¡Buenísmos días, nemhiries! Salen noticias, rumores, fragmentos de Laila 4… y mientras esperamos el tiempo que haga falta hoy os traigo una entrada extensa con una idea que se le ocurrió a David (Qentris) y a Ana, dos comentaristas pero sobretodo amigos de los que ayudan de verdad. Aún no sabemos nada de «Laila Winter y el Corazón de las Sombras» pero pienso que es un buen momento para recordar algunas de las mejores frases y fragmentos de Laila Winter y las Arenas de Solarïe, la primera parte.

Releyendo la novela me he dado cuenta de que está plagada de frases contundentes, impactantes y geniales. Me ha encantado recordar muchos de los mejores momentos. Más adelante, con la colaboración de David y Ana vendrán las siguientes entradas con el resto de partes de la saga ^^

Los que no hayáis leído ni siquiera el primero (muy mal por vuestra parte xD), os váis a encontrar un montón de SPOILERS, ASÍ QUE OJOOOOOO, NO SIGÁIS LEYENDO SI NO HABÉIS LEÍDO LAILA WINTER I:

FRAGMENTOS DE LAILA WINTER Y LAS ARENAS DE SOLARÏE

«Lizzel se volvió desafiante dispuesta a comenzar una pelea de las que le gustaban, pero antes de que pudiese abrir la boca, la morena levantó el dedo corazón en un obsceno gesto impensable en los muros de aquel castillo y movió los labios diciendo:  <<¡Bésame el culo!>>

«–Le arrojó sal a la cara, Sean. Y tú ya sabes lo que eso significa.
La respuesta de su padre fue inaudible.»

«Con el corazón palpitándole desbocado, Laila tomó una decisión,
sin pensárselo por más tiempo. Aferró fuertemente el libro con las dos manos y, muy despacio, atravesó la extraña puerta mientras dejaba que la luz amarillenta la envolviera.»

«–Seguro –confirmó de nuevo Aurige–. Necesitaría un gran poder para evitar mi conjuro, y yo apostaría que, a pesar de su olor, no es más que una simple nemhirie.»

«Llegó a una plaza abandonada, donde se aparcaban varios coches en columnas, entre los que estaba el Mustang rosa, y allí había un solo edificio con todas las ventanas rotas y las puertas cerradas, excepto la entrada principal. Sobre ella, un gran cartel anunciaba tres palabras:
RARO, GRANDE, DIFÍCIL»

«–¡Qué se pudra Titania! –gritó Cyinder completamente fuera de sí, con el viento y la velocidad aullando a su alrededor–. ¡A ver si por una vez se molesta en preocuparse por su hija!»

«En mitad de la entrada principal, sobre una cancela de hierros oxidados, colgaba una pancarta de tela con alegres colores donde se podía leer:
Esta Noche, Gran Concurso Mensual:
AHAMADIRION NEMHIRIE»

«Pero a pesar de todas sus palabras amables, por un instante Laila creyó percibir que detrás de su cortesía y su sonrisa perfecta, los ojos de Monique seguían fríos e impasibles como el hielo.»

«Nimphia pidió un gran surtido de dulces de arándanos con alas, trufas de limón, volcanes de frambuesa, helados y batidos de frutas azules de los bosques de Krum.»

«–Quizás seas un hada –le dijo enfadada–, pero tienes la cabeza llena de cosas nemhiries. No nos vas a causar más que problemas.»

«Nimphia alzó la caja triunfante y sacó los zapatos que Laila recordaba. Cyinder sonrió con cansancio.
–Ahora ya puedes volar –le dijo a Laila antes de volver a quedarse dormida.»

«El monstruo abrió las fauces bostezando, y Laila vio con horror las hileras de dientes afilados y una lengua larga y glotona que parecía querer salir como un tentáculo de aquella boca asquerosa.»

«–Deberías tener cuidado con los perros nemhiries –le susurró al oído con una enorme sonrisa–. Nuestras mordeduras son muy peligrosas.»

«Si las puertas se cerraron accidentalmente o no, fue algo que nunca supieron en sus vidas, pues cuando todo terminó en la Torre de Cálime, aquello era lo que menos iba a importarles.»

«Entonces uno de los espectros, una impresionante figura fantasmagórica que sobresalía de entre todas las demás, bajó la cabeza delante de Laila como si hiciese una reverencia.»

«Laila abrió los ojos, atemorizada ante la visión de aquellas marcas sanguinolentas en los bellos rostros de las solarïes como si hubiesen sufrido una matanza. ¡El luto de Solarïe!»

«Tu madre no es digna de tener una hija como tú. Sin embargo, no tengo ese Grano de Solarïe, y como ya he dicho, si lo tuviese, lo guardaría mejor en Acuarïe que en manos de alguien
tan triste y deprimente como Hellia.»

«–¿Qué son? –preguntó.
Su padre la miró fijamente y tomó una decisión aspirando una gran bocanada de aire.
–Tus alas –respondió en un susurro–. Yo te las corté.»

«Mrs. Taylor se levantó del sillón para echar una feliz ojeada. Todas las madres escucharon un grito histérico que les puso los pelos de punta. Cuando llegaron junto a ella vieron con terror que todos los pequeños estaban atados y amordazados bajo una gigantesca tela negra de araña.»

«Los enormes dragones bucearon tranquilamente moviendo unas alas que provocaban pequeñas turbulencias y la muchacha se arriesgó a echar un nuevo vistazo, superada ya la primera
impresión. Entonces advirtió que jamás había visto algo tan bello y tan terrible a la vez.»

«–Calma, calma –pidió Udronsanthïl haciendo de juez–. Calma, hermano. ¿No ves que la pobrecita se ha quedado sin casita? Solarïe está muerto. La mariposita quiere salvar lo que queda y pedir un deseo, ¿no es así?»

«Sobre el viento de los siglos…
Sobre el fuego de la codicia…
Sobre la luna y los soles…
Más allá de las aguas traicioneras…
Mi canto es sincero y mi deseo es puro…
Yo reclamo ante los dioses el regreso de Ithirïe.»

«Se dirigió al vestidor y cogió el boa de plumas del que nacían fresas constantemente. Sintió la suavidad del adorno al cruzárselo en el cuello y se miró al espejo por última vez. Entonces salió de la habitación con paso firme y orgulloso, y recorrió los grandes salones y los pasillos de su palacio, escoltada por los albanthïos, que nunca habían dejado de vigilarla.»

«–Laila Winter será la que decida el destino de Solarïe por todos nosotros –concluyó con una enorme sonrisa.»

«La perla se deshizo en la mano y abrió los dedos para mirarla por última vez. Un polvillo de oro se dispersó en el aire, flotando como una ráfaga brillante hasta que desapareció.»

«El anciano las contempló una a una y luego miró al fuego, donde acababa de estallar un nuevo trozo de leña. Sus pensamientos volaban, profundos y misteriosos, y después de unos momentos, un destello de codicia brilló por fin en los azules ojos de sir Richard Armand Brown.»

Hay muchísimos más fragmentos geniales que me gustaría haber incluido pero entonces ocuparían varias páginas del blog y no era plan, que llevo aquí cerca de dos horas transcribiendo y los domingos me gusta hacer más cosas xD Para hacer solo el 20% del trabajo de este blog no está mal, ¿eh? 🙂  David y Ana ya tienen preparadas el resto de frases así que cuento con ellos y esperad próximas entradas sobre Laila Winter 2 y 3 que colgaré en estos días.

¡¡MUCHOS BESOS, NEMHIRIES!!